jueves, 12 de febrero de 2015

Historia del violín: La escuela italiana siglos XVII y XVIII (primera parte)



La escuela italiana desde los siglos XVII y XVIII (primera parte)

Tanto si se trata de la factura instrumental como de la literatura musical, puede considerarse a Italia la verdadera cuna del violín. Al mismo tiempo que allí evolucionaba el instrumento para encontrar su forma definitiva, los primeros compositores que le dieron sus cartas de nobleza eran asimismo violinistas. Pero para comprender en qué ha dejado esa época riquísima un sello indeleble en la historia del instrumento, conviene situarse en el contexto de la época, de un periodo en el que la creación musical estaba aún dominada por la voz y, en menor medida, por los instrumentos de teclado, que todavía no desempeñaban más que un papel de acompañamiento, incluso para hacer resaltar, tan sencilla seguía siendo la textura armónica de las partes que se le confiaban. Armonización, contrapunto, instrumentación, contracantos…, todo esto respondía a una lógica de la forma que tenía más de costumbre, de destreza, que de imaginación creadora. En cuanto a la melodía, no se le concebía como separada de su soporte predilecto, la vocalidad. Entre los laudes y los instrumentos de teclado, es difícil imaginar la aparición de un instrumento polifónico que no fuese la voz. En este sentido puede decirse que el reino del violín se establecerá contra los instrumentos de cuerda polifónicos, en particular el laúd, del que sonará el toque fúnebre, y por consiguiente contra aquellas disposiciones estéticas que dejaban a las cuerdas sólo un papel secundario.



Asistimos pues en el curso del siglo XVI, a una evolución de la sintaxis musical: cada vez más, una parte instrumental aparte entera viene a sostener, incluso a doblar, la voz principal, sacando así el instrumento de su función primera, el acompañamiento. El desarrollo de esta emancipación instrumental dará a los conjuntos de instrumentos una cohesión hecha de diferencias que prefigurará las pequeñas formaciones orquestales que florecerán en el siglo XVIII. El siglo XVII conocerá un alejamiento progresivo de las formas vocales, en provecho del instrumento, que adquiere un valor musical en sí mismo; la parte superior de las composiciones, que antes doblaba la voz, se vuelve predominante, es la que ahora se denomina el cantus. Sólo hace falta dar un paso para hacer de este cantus una voz principal, para más tarde confiar esa voz a un instrumento particular. El mundo italiano empieza a salir del sombrío misticismo medieval en el que se había sumido. Empieza una nueva época, que verá agrietarse el universo religioso en provecho de una estética del placer —de los placeres— de la que la música será la primera víctima voluntaria. Una música que quiere sugerir, alegrarse, que poco a poco va a adornándose y se aleja insensiblemente de la Iglesia y de la severidad del coral. Si añadimos a esto el gusto italianísimo por lo ligero, lo lúdico, el color, se comprende en qué contexto cultural y humano va a desarrollarse el arte instrumental que consagrará el violín como instrumento-rey. Todo esto contribuye al desarrollo del virtuosismo, de la ornamentación, de la unión de timbres, y como, por otra parte, las reglas de la simetría musical no se han fijado aún, el yugo tonal todavía no se ha establecido claramente, es una época de gran libertad en que las formas musicales mismas se buscan, entre las reminiscencias de la música de la iglesia y la tradición popular de los aires para bailar. Desde finales del siglo XVI, asistiremos a un fuerte impulso de la música profana instrumental que encontrará una patria predilecta en Brescia de la que se sabe lo que le debe la historia de la violería.


En la misma época se publican las primeras Canzoni da sonari, cuyo solo título manifiesta la voluntad de escribir música puramente instrumental, incluso si la forma sigue aún muy próxima a la de las obras a cuatro voces. Con este espíritu. Venecia ve nacer el madrigal para voz e instrumento y luego las obras de los hermanos Gabrieli, en las que la parte de violín es realmente independiente. En 1585, Bassano escribirá partes de violín más melódicas todavía. Pero el verdadero choque, la auténtica ruptura, se produce en la obertura del Orpheo de Monteverdi, representada en Mantua en 1607 y publicada en Venecia en 1609.



Aqui puedes ver la obra completa: Orfeo Monteverdi

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