sábado, 13 de diciembre de 2014

Yehudi Menuhin



YEHUDI MENUHIN. Nació en Nueva York el 22 de abril de 1916 y comenzó sus estudios de violín desde los cuatro años de edad con Sigmund Anker. A la edad de siete años debuta con la Sinfónica española. Posteriormente amplió sus estudios con Lous Persinger, que a los ocho años lo hace debutar profesionalmente. A los diez años debuta en Nueva York y a los trece en Berlín. Conoce a George Enescu quien le enseñó que "interpretar equivalía a ser" Paulatinamente Yehudi iría desarrollando sus criterios y valores más característicos, entre los que destacaron, la capacidad de trabajo, la auto exigencia, así como una concepción del arte estrechamente interrelacionado con la vida. Así escribió en su diario: “Recuerdo vivamente mi primera lección con Enescu,—Mi madre me llevó a su casa y esperamos en el salón, al poco rato apareció el maestro con su violín y comenzó a tocar una Partita de Johan Sebastián Bach, ahí verdaderamente comenzó mi amor por el instrumento" En noviembre de ese mismo año presenta en Nueva York el Concierto para Violín Opus 61 de Ludwig van Beethoven, bajo la batuta de Fritz Bush convirtiéndose entonces en la portada de los principales diarios del país. Iniciando giras de conciertos por Estados Unidos, Berlín y Londres. En 1928 fue el año en que realizó su primera grabación sonora para el sello Víctor.

En 1929 recibió su violín Stradivarius (ahora de Itzhak Perlman). En los años 30, estudia simultáneamente con Enescu, cuya influencia en la estética musical del joven violinista fue definitiva, despues estudia con Adolf Busch. Su madurez es tal que cuando Fritz Kreisler renuncia a grabar el concierto para violín opus 61 de Elgar, del que era dedicatorio, es Menuhin el elegido para realizar el registro fonográfico con el propio Elgar a la batuta. Talento precoz Yehudi acompañado por su hermana menor al piano Hephzibah Menuhin realiza presentaciones que asombran a su audiencia.

En 1931 graba su primer concierto. Bruch Concerto No 1 en Londres.
Su actividad en el bando aliado durante la Segunda Guerra Mundial, le llevó a dar 50 conciertos en diversos destacamentos de las tropas. De esta época existe un film propagandístico en el que interpreta el Vuelo del Moscardón y el Ave María de Schubert. Menuhin asumió con gran valentía la defensa de Wilhelm Furtwangler cuando éste fue acusado de colaboración con el régimen nazi. El violinista no sólo publicó escritos al respecto, sino que en un acto extraordinariamente antipopular se convirtió en el primer judío en tocar con la Orquesta Filarmónica de Berlín, con Furtwangler al frente, tras el episodio nazi.

Desde 1959 Menuhin se instaló en Londres, haciéndose cargo del Festival Bath (1958-68), el Festival Windsor (1969-1972) y el Gstaad Festival. En esta época se sitúa el comienzo de su interés por el vegetarianismo y la cultura india. En 1962 funda cerca de Londres la Escuela Superior de Música que lleva su nombre. Durante los últimos años de su vida abandona el instrumento para dedicar casi todo su tiempo a la dirección orquestal. Conocido también como humanista y filántropo, en 1960 recibió el Premio Nehru de la Paz y en 1992 fue embajador de buena voluntad de la Unesco. Falleció en Berlín el 12 de Marzo de 1999.

La carrera artística de Menuhin, desarrollada a lo largo de siete décadas, es una de las más espectaculares de nuestro tiempo. Como violinista primero, y, luego, como director de orquesta, ha protagonizado las más importantes convocatorias de los principales escenarios internacionales, junto a los mejores solistas y formaciones orquestales. Aliando la técnica irreprochable con una comprensión extraordinaria de la música, trabajó un repertorio muy amplio, de Bach, Ravel y Beethoven a la música de vanguardia, de la música barroca a las improvisaciones de jazz con Stéphane Grappelli. Le gustaba acompañar y dar a conocer todas las músicas.

Su fascinación por las distintas culturas lo llevará a tocar, tanto con Ravi Shankar, como con sus amigos cíngaros, cuya causa defenderá, destacando así que la búsqueda de la belleza y el compartirla con los demás son valores universales. A lo largo de toda su vida, Yehudi Menuhin se preocupó por las grandes cuestiones de este siglo: tan sensible a la educación como a los derechos de las minorías, convirtió en una cuestión de honor el concretar siempre sus acciones. Nunca dejó de librar combates por la música, la paz y la convivencia entre los hombres; ante todo, fue un humanista comprometido con la defensa de los derechos humanos. A lo largo de su carrera de músico emprendió sin tregua la defensa de los más débiles, lo que le valió numerosas distinciones, entre las que cabe destacar la de "Lord", el Premio Mundial de la Paz en 1979, el Premio Nerhu de la Paz en 1960 y el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia en 1997.

En 1945 intervino en el concierto de inauguración de la ONU y volvió a actuar en Alemania, preconizando la superación de las graves secuelas de la guerra. En numerosas manifestaciones públicas defendió la tolerancia y cooperación entre diferentes pueblos y culturas. En 1992 promovió la constitución de la Fundación Yehudi Menuhin a la que asignó como cometidos prioritarios la integración social de niños desfavorecidos a través de actividades artísticas, la defensa de los derechos de las minorías culturales, el fomento de la tolerancia cultural y la creación de redes de cooperación internacional en los ámbitos de la educación y la cultura.
Era un hombre comprensivo, abierto a todo tipo de opiniones y creencias. Era "un hombre bueno" en el sentido machadiano. Era el ejemplo viviente de esa frase tan sencilla y tan genial de Sancho Panza: "Señora, donde hay música no puede haber cosa mala". El año 97, al recibir el Premio Príncipe de Asturias, junto con Rostropovich, dijo en su discurso que quizás ellos eran los eslabones del hombre nuevo, el hombre que se debería dedicar con todas sus fuerzas a enseñar y propagar la música entre los niños, con la firme creencia de que así se mejoraría el mundo.

Todos los que amamos y vivimos la música nunca podremos agradecer suficientemente, toda una vida de Menuhin, dedicada a los demás: como violinista, como director de orquesta, como profesor y como persona entregada y preocupada por la defensa de los derechos humanos y el apoyo a los más desfavorecidos.

Yehudi colección 100 best 

jueves, 11 de diciembre de 2014

Joshua Bell



EL VIOLÍN DE JOSHUA BELL Una historia increíble…

Durante 50 años, Julian Altman se ganó la vida como violinista. A pesar de su empeño nunca logró brillar en Nueva York donde vivía. Entre 1930 y 1980 tocó para feligreses en iglesias, clubes y con orquestas menores. Tocaba con un viejo esmoquin y un violín teñido de negro que siempre olía a betún. Jamás lo llevo a un laudero para darle mantenimiento y nadie sabía en donde él lo había comprado. Altman tocó este violín hasta sus últimos días en los años 80 cuando fue diagnosticado con cáncer de estómago. Internado en un hospital de Connecticut, este olvidado violinista moría sin haber conocido la gloria, entonces llamo a su esposa Marcelle Hall y le confeso su historia. Escondidos en el estuche, Altman guardaba como tesoros recortes de diarios de 1936 que reportaban el robo de un fabulosos Stradivarius estos recordaban cómo Bronislaw Huberman, un eximio violinista polaco, había llegado desde Italia con un estuche doble y dos violines maravillosos del siglo XVIII. Uno de ellos era el “Gibson”, llamado así en honor a su anterior dueño George Alfred Gibson, un destacado violinista inglés.

El 28 de febrero de 1936, Huberman se presentó en el Carnegie-Hall ante una audiencia encendida. Decidió tocar con un violín Guarnerius del Gesu otra verdadera obra de arte y dejó su Stradivarius en el camerino sin imaginar jamás que esa sería la última vez que sabría de él.

Altman logró escabullirse y meterse tras bastidores durante el concierto a pesar de ser visto por un guardia de seguridad que prefirió nunca decir nada para encubrir su error por dejarlo pasar. Altman aconsejado por su madre y convencida que su hijo era un virtuoso al que había intentado por años comprarle un buen instrumento se enteró de que Huberman viajaba siempre con sus famosos violines y tocaría esa noche en el Carnegie-Hall urdió el plan y forzó a su hijo a convertirse en un ladrón.

Esta era la segunda ocasión que el “Gibson” era arrebatado de las manos de Huberman. Ya se lo habían sustraído de una habitación de un hotel en Viena en 1916, pero el instrumento había sido recuperado horas después.

Durante las cinco décadas que siguieron Altman utilizó betún para camuflar el violín “Gibson” y que nadie notara que era una de las piezas de arte más buscadas de la historia. Huberman fue indemnizado por la aseguradora Lloyd con $30,000 dólares, murió en 1947 sin saber jamás que le pasó a su preciado instrumento.
Tras la muerte  de Altman en 1985, Marcelle decidió presentarse ante las autoridades, devolver el violín y contar lo que su esposo le había confesado. El “Gibson” era propiedad de la famosa aseguradora Lloyd de Londres y en ese tiempo estaba valuado en 1.1 millones de dólares.
Marcelle recibió $263,000 dólares en concepto de comisión por haber hallado y devuelto el Stradivarius, pero gasto todo su dinero y murió en la pobreza a los 79 años.

Los restauradores tardaron nueve meses en retirarle el betún de zapatos. Al final, el color rojizo del arce y los tonos del ébano, maderas con las que fue confeccionado, resurgieron y el violín recuperaba su esplendor. Norbert Brainin, famoso violinista inglés lo compró y en 2001 lo puso a la venta. El “Gibson” estaba a punto de terminar como pieza de museo cuando Joshua Bell se topó con él y lo compró por la suma de 4 millones de dólares.

Joshua Bell  Nació en Bloomington Indiana el 9 de diciembre de 1967.
Comenzó sus estudios a la edad de cuatro años. Terminó sus estudios en la Universidad de Indiana bajo la dirección de Josef Gingold. A los 14 años tocó como solista con la Orquesta de Filadelfia dirigida por Ricardo Muti. Debutó en el Carnegie Hall en 1985 con la Orquesta Sinfónica de Saint Louis.  Desde entonces ha tocado con las orquestas y los directores más importantes del mundo.

Ademas de interpretar el repertorio normal de conciertos, Bell ha tocado obras nuevas -Nicholas Maw le dedicó su concierto de violín, el cual Bell estrenó en 1993. Interpreto la parte solista de la banda sonora escrita por John Corigliano para  la película "El Violín Rojo" película por la que recibió un Oscar a la mejor banda sonora. Tambien toca música de camara.
Joshua Bell Colección 

Gidon Kremer



Gidon Kremer, reconocido director de orquesta y violinista, nació el 27 de febrero de 1947 en Riga, parte de la Ex Unión Soviética, hoy día Letonia.
Comenzó a estudiar el violín a la edad de cuatro años, recibiendo clases de su padre y su abuelo, ambos violinistas profesionales. Estudió en la Escuela de Música de Riga y después en el Conservatorio de Moscú teniendo como maestro al virtuoso violinista David Oistrakh. 

En 1967 ganó el tercer premio en el Concurso Reina Elisabeth de Bruselas. En 1969, logró el segundo premio en el Concurso Internacional de Violín de Montreal, seguido por el primer premio en el Concurso Paganini de Génova. Finalmente, consiguió el primer premio en 1979 en el reconocido Concurso Internacional Tchaikovsky de Moscú.

El famoso violinista Gidon Kremer dio su primer concierto en Europa Occidental en Alemania en 1975, seguido por actuaciones en el Festival de Salzburgo de 1976 y en la ciudad de Nueva York en 1977. En 1981 fundó un festival de música de cámara en Lockenhaus, Austria, poniendo especial interés en obras nuevas y no convencionales. Desde 1992 el festival se conoce como Kremerata Música y en 1996 fundó la orquesta de cámara Kremerata Báltica, formada por músicos jóvenes de la región del Báltico.

El virtuoso violinista Gidon Kremer fue también director artístico del festival “Art Projekt 92” en Múnich y es el director del festival Musiksommer Gstaad en Suiza.
El violinista Gidon Kremer es conocido por su amplio repertorio, que comprende desde Antonio Vivaldi y Bach hasta compositores contemporáneos. Ha dado a conocer obras de compositores como Astor Piazzolla, George Enescu, Philip Glass, Alfred Schnittke, Leonid Desyatnikov, Alexander Raskatov, Alexander Voustin, Lera Auerbach, Peteris Vasks, Arvo Pärt, Roberto Carnevale y John Adams.
Cuanta con una larga discografía con la Deutsche Grammophon, para la que graba desde 1978.
 
Gidon Kremer poseé un Guarneri del Gesú de 1730 y un Stradivari de 1734, mejor conocido como el “Baron Feititsch-Hermann. Actalmente toca un Nicoló Amati de 1641.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Akiko Suwanai



AKIKO SUWANAI

Violinista nacida el 7 de febrero de 1972 en Tokio Japón. Estudio con Toshiya Eto en la Escuela de Música Toho Gakuen, con Dorothy DeLay y Cho-Liang Lin en la Escuela de Música Juilliard también en la Universidad de Columbia, y con Uwe-Martín Haiberg en la Universidad de Künste en Berlín.

Suwanai ha ganado numerosos premios y galardones como el Concurso Internacional Paganini en Italia, la Competencia Internacional de Japón, el Concurso Internacional Reina Elisabeth en Bélgica 1989 obteniendo allí el segundo lugar y ha sido la ganadora más joven en el Concurso Internacional Tchaikovsky en 1990.

Es una de los violinistas más brillantes que han surgido a finales del siglo XX después de haber ganado estos concursos ha tenido una carrera musical internacional impresionante, actuando en conciertos y recitales en las principales ciudades de Europa, América del Norte y Asia; con un amplio repertorio que va desde Bach hasta los compositores contemporáneos.

Ella toca un violín Stradivarius de 1714, llamado el “Delfín” cuyo anterior propietario fue el célebre violinista Jascha Heifetz amablemente cedido a ella por la Nippon Music Foundation.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Alexander Markov

 

Alexander Markov nació en Moscú y estudió Violín con su padre, concertino de violín, Albert Markov. Con 8 años ya se presentó como solista con prestigiosas orquestas, tocando dobles conciertos con su padre.

Con 14 años recibió una inusual invitación personal de Jascha Heifetz para estudiar con él. Más tarde, se trasladó con sus padres a EE. UU., donde consiguió su ciudadanía en 1982.

Reconocido internacionalmente, Alexander Markov se ha convertido en uno de los mejores violinistas de su generación. Lord Yehudi Menuhin escribió de él lo siguiente: «Es, sin duda, uno de los más brillantes y musicales violinistas... Alexander Markov dejará sin duda su huella en los amantes de la música en el mundo y en los anales del virtuosismo violinístico de nuestro tiempo...»

Ganador de la Medalla de Oro en el Concurso Internacional Paganini, Alexander Markov se ha presentado con orquestas tan conocidas como la Orquesta de Filadelfia, la de París o la Sinfónica de la BBC, siendo aclamado por el público y la crítica. Entre sus últimos éxitos destacan sus conciertos con la Orquesta de París y Lorin Maazel, Sinfónica de Montreal con Charles Dutoit, Sinfónica de Detroit con Neeme Järvi, Sinfónica de Seattle con Gerard Schwarz, con Neville Marriner en Grecia, Orquesta del Festival de Budapest con Ivan Fischer y la Sinfónica de Nueva Jersey con Zdenek Macal.

Alexander Markov se ha ganado una reputación internacional como gran especialista en el repertorio del siglo XIX. Su grabación de los «24 Caprichos» de Paganini consiguió un extraordinario éxito. Es uno de los pocos violinistas que programan estas obras en un único recital. Su grabación de los «24 Caprichos» en una película dirigida por Bruno Monsaingeon fue distribuida a todo el mundo y recibió críticas entusiastas. Laureado con el prestigioso premio «Avery Fisher Career Grant» en 1987, Alexander Markov realizó su presentación en el Carnegie Hall de Nueva York, en ese mismo año, tocó con Christoph Eschenbach dirigiendo la Mozart Festival Orchestra, en el Avery Fisher Hall, y con otras importantes orquestas como las de Houston, Baltimore, Cincinnati y Jerusalén. Asimismo, grabó cinco cd’s para el sello Erato, que fueron distribuidos mundialmente por Warner Classsics. También colabora con los más prestigiosos artistas, como Martha Argerich.

«He escuchado en numerosas ocasiones las actuaciones de Alexander Markov. Técnicamente posee un perfecto control del violín y su sonido tiene una dinámica escala, desde el piano al  fortissimo. Tiene una profunda inteligencia musical y una rica intuición». Yehudi Menuhin.
 
«Una vez conseguí escuchar su interpretación de los 24 Caprichos de Paganini en la televisión. Estoy seguro de que Markov es uno de los más interesantes jóvenes violinistas de su generación en todo el mundo» Mstislav Rostropovich (mayo de 2008).