Giuseppe Torelli, Giovannni Battista Bassani y Arcangelo Corelli desarrollan considerablemente la tecnica del violín; es lo que se llamará el "crisol de Bolonia", del que fue Bassani el iniciador más conocido. Pero es a Corelli a quien se debe la invención decisiva de la forma del concierto: es el primero en imaginar una forma en la cual una parte principal y autónoma hace resaltar la riqueza de un instrumento solista opuesto a un grupo instrumental heterogéneo. Si el termino concierto no era una novedad (Concerti de Andrea Gabrieli en 1587, Concerti da Chiesa de Viadana en 1602, Balletto concertato de Melli en 1616), sólo se aplicaba hasta entonces a simples motetes acompañados de un órgano o de diversos instrumentos. Con Corelli se designa una forma nueva que, más allá de todas sus evoluciones futuras, conservará las principales características definidas por padre del concerto grosso. La aparición del concierto impone una nueva disciplina a la técnica de posición con el fin de hacer resaltar la parte principal sin trivializar la parte de acompañamiento, un equilibrio en el conjunto –equilibrio de los timbres especialmente–, preservando primordialmente este juego de diálogo entre el todo y la parte que es la razón misma del concierto. Se distinguen ya dos formas bien distintas de conciertos: el concierto de cámara, en el que el acompañamiento no es sino una simple amplificación del bajo continuo, y el concertó grosso, de estructura más compleja, con una superposición de los planos sonoros, que pueden dividirse de la manera siguiente:
— El violín principal, que destaca en algunos momentos de la orquesta (tutti) para desarrollar los elementos de virtuosismo, variaciones, re exposiciones de un tema ornamentado, pero que aún no está emancipado y se une a la orquesta en las diferentes exposiciones del tema principal.
— El concertino, casi siempre constituido por dos violines, una viola y un bajo, que forma el grupo de acompañamiento pero del que los participantes pueden a veces separarse para enriquecer el contrapunto.
— El ripieno, que sustituye al antiguo bajo continuo y que constituye la base armónica de la composición. Contrariamente a los instrumentos que forman el concertino, los que componen el ripieno no sobrepasan nunca su papel.
Corelli,
el poeta de la forma, el inventor de modelos, fue también uno de aquellos raros
compositores que poseyeron hasta el más alto punto el conocimiento de su
instrumento. Alumno de Matteo Simeoni para la composición y de Bassani para el
violín, ha dejado numerosas sonatas que aún hoy son muy apreciadas por los
concertistas, pero, sobre todo, supo mantener en estas composiciones una exigencia
musical que iba a veces a contrapelo del gusto dominante de su época por el
virtuosismo y el brío. Sacrificando la demostración de fuerza a la musicalidad,
lega un repertorio elevado que utiliza bien las adquisiciones técnicas y estéticas
de su tiempo, un repertorio en el que ya apunta una reflexión sobre la polifonía,
las dobles cuerdas y todas las técnicas de extensión de las posibilidades del
instrumento que otros reasumirán por su cuenta con éxitos desiguales.
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