miércoles, 8 de junio de 2016

Historia del violín: La escuela italiana siglos XVII y XVIII (4ta parte)




Citemos también en el número de los violinistas que desde fines del siglo XVII se erigieron en precursores de la técnica moderna, a Francesco Geminiani, que sigue siendo célebre por su importante método de violín aparecido en 1751, aunque algunas fuentes hablan de una primera aparición en 1740. Afincado en Inglaterra, donde sus obras se publicarán con regularidad, se le consideró como un virtuoso brillante, un tanto diabólico, y compuso páginas en las que se dice que se encuentra cierta riqueza armónica que contrastaba con la música inglesa de la época. En su método, expone por primera vez y con detalle los preceptos técnicos heredados de Corelli: gran flexibilidad de la muñeca y del antebrazo derecho, utilización para una misma nota de cuerdas y de digitados diferentes, con objeto de diversificar los matices de timbres, exploración exhaustiva de las siete posiciones de la mano izquierda. Aborda así mismo los problemas de interpretación con una pertinencia bastante convincente para que uno este persuadido de que no fue solamente un explorador. Pero en un tiempo en que la técnica se desarrolla a una velocidad prodigiosa, la exigencia musical de un Geminiani resulta una excepción: en un momento u otro, todos los compositores italianos se dejan embriagar por el vértigo del virtuosismo, olvidando a veces que la evolución del lenguaje musical no podría reducirse a una simple compilación de escalas, de arpegios, de terceras quebradas o de otras fórmulas acrobáticas. Perfecto ejemplo de la dificultad de «manejar» un virtuosismo atrayente por ser nuevo, Pietro Locatelli (1693-1764) encarna también esa tendencia técnica del legado de Corelli de quien él fue discípulo. Si retenemos de sus caprichos para violín sólo una indiscutible ampliación de la técnica, nos adheriremos más a sus sonatas del opus 6 y a sus concerti grossi donde la expresión artística es mucho más evidente.